El fuelle del herrero


 

El muy antiguo oficio de herrero ha sido considerado siempre una de las artesanías primordiales en el desarrollo económico de las sociedades. La fuerza, ingenio y habilidad permitían al herrero, a golpe de martillo, dar forma y modelar los metales para conseguir herramientas para las labores agrícolas, fabricar las suyas propias, elaborar utensilios de ámbito doméstico, fabricar herraduras para las caballerías y construir elementos para los medios de locomoción de la época, como carros, carretas o galeras.

El lugar de trabajo es la fragua, donde se lleva a cabo la forja en la que el herrero aplica calor al hierro manteniendo el fuego más o menos vivo en función del trabajo a realizar, aportando más o menos leña o carbón; otro elemento de la fragua es el fuelle, un inmenso ‘soplador’ que servía para avivar este fuego, y el yunque, bloque macizo de hierro que se usa como soporte para trabajar y forjar los metales, adquiriendo éstos forma con los moldes que utiliza el herrero.

Pero aparte de lugar de trabajo, la fragua era el punto de reunión y tertulia de los hombres del pueblo, como podía serlo la taberna o la barbería. No lo puede expresar mejor el siguiente dicho: “Día de agua, taberna o fragua”.

En la fotografía puede apreciarse un antiguo fuelle, procedente de Granada, expuesto en la sala de oficios de la primera planta del museo.

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