La trampa para ratones de barra de muelle
¡Malditos
roedores! A falta de un gato que se encargara de perseguir y aniquilar a estos
molestos y perjudiciales animales, el ingenio humano volvió a funcionar y
diseñó una trampa sumamente efectiva que no solía fallar cuando el animalito se
las prometía tan feliz y atacaba el trocito de queso, pan, avena o chocolate
que se colocaba como señuelo.
Fue a Hiram Stevens Maxim, un inventor británico-estadounidense de finales del siglo XIX a quien se le ocurrió diseñar tan simple pero mortífero y práctico artilugio. Hay que hacer notar que no se conformó con esto. Stevens también fue el inventor de la primera ametralladora portátil y automática: la Maxim, para otro tipo de exterminio.
Una trampa muy común en las casas, hace ya algunos años, es esta que muestra la fotografía: consta de una plataforma de madera; un martillo metálico diseñado para caer con violencia sobre el animal; un muelle con los extremos extendidos que presionan la plataforma y el martillo cuando la trampa está activada; un cepo sensible que se suelte ante la mínima presión; y una varita, en este caso de madera, sujeta al cepo y, por detrás, al martillo cuando la trampa está lista para actuar.
Estos artefactos, por las leyes de la mecánica, llevaban incorporado un aviso acústico que indicaba que el intruso indeseado había escapado de la trampa: el golpe seco del martillo contra la plataforma de madera que hace de base, al liberarse la pieza que lo sujetaba. No era frecuente, pero, a veces, pasaba.
Comentarios
Publicar un comentario